martes, 27 de julio de 2010

La gran vela de hormigón del Auditorio de Tenerife emerge frente al Atlántico

Calatrava asegura que hay muy pocas variantes sobre el diseño original. "El interior del edificio se ha ido adaptando a las necesidades, no así el exterior. La forma aparece claramente debido a dos razones: un edificio alrededor de la orquesta, con un paisaje fuera de él que es el Atlántico". El arquitecto se apasiona cuando habla de música y de los edificios que construye para que ésta se pueda escuchar en toda su belleza. "Es un arte con el que he convivido desde niño. A medida que ha ido pasando el tiempo ha sido uno de los ejes fundamentales de mi existencia y me ha permitido entender la música escuchándola. La figura de Bach me ha acompañado durante los últimos 20 años. La música me ha permitido descubrir un universo mágico y extraordinario". El arquitecto, ingeniero y escultor valenciano habla de cómo la arquitectura se ha ido amoldando a las necesidades culturales del hombre y que cierto margen de libertad permite a la arquitectura moderna sortear las estructuras de los edificios clásicos de los auditorios y hacer otros diferentes. "Se ha podido hacer una cierta revolución y desarrollar edificios de gran altura. El de Tenerife tiene casi 40 metros, lo que lo sitúa como una de las salas acústicas mayores del mundo".

Calatrava asegura que el conjunto que forma el Auditorio de Tenerife es "homogéneo desde la distancia, pero con la cercanía, esa homogeneidad se rompe en múltiples planos, de modo que, según esté ubicado el espectador puede apreciar perspectivas muy diferentes". El ala que emerge sobre el edificio es una estructura curva que arranca desde la parte posterior y se va afilando hasta acabar en punta arropando la totalidad de éste en sentido longitudinal. El efecto que produce, señala Calatrava, es de "irrealidad, de desafío a las leyes de la física, debido a su atrevida forma y a sus dimensiones colosales".

El esqueleto del ala está formado por una estructura metálica de chapas de acero con un entramado interno de vigas del mismo material. El recubrimiento del edificio es de hormigón blanco en la parte inferior del ala y en la superior y paredes se ha utilizado material cerámico blanco (trencadis). El conjunto tiene la forma de un ojo, en el que el edificio en sí forma la pupila y los espacios que lo rodean son el globo ocular.

El Auditorio de Tenerife dispone de una sala principal para más de 1.700 localidades y una sala para música de cámara, con capacidad para 440 personas. La mayor de las salas tiene una anchura de 15,60 metros y una profundidad de 14 metros. El conjunto se ubica en una parcela de 24.600 metros cuadrados en el frontal marítimo de Santa Cruz de Tenerife y ocupa una superficie de 6.740 metros cuadrados, dedicándose el resto a jardines, plazas y zonas de acceso.

La obra, entre otras características, ha cuidado mucho, apunta Calatrava, el aspecto exterior, así como el sonido interior. La sala está preparada para que, comenta Calatrava, "la reverberación de la música sinfónica tarde dos segundos en ser percibida, mientras que los sonidos de la ópera logran ser escuchados en 1,6 segundos". Además de esta novedad acústica, se ha construido un escenario móvil adaptado a las características de cada género y su representación.

Los sonidos de la Fanfarria Real, de Krzysztof Penderecki, interpretados por la Orquesta Sinfónica de Tenerife, dirigido por Víctor Pablo Pérez, serán los primeros que se escuchen en el nuevo auditorio canario. El programa incluye además el Concierto número 5 en mi bemol para piano y orquesta, de Beethoven, con el pianista Mikhail Pletnev, y el Te Deum, de Anton Bruckner, con el Orfeón Donostiarra y los solistas María Orán (soprano), Liliana Nikiteanu (mezzo), Kurt Streit (tenor) y Josep Miquel Ramón (bajo).

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