jueves, 9 de septiembre de 2010

Pobres políticas culturales para los pobres


La definición pertenece al creador, fundador, constructor y conductor del emprendimiento de ingeniería cultural, organización social y desarrollo comunitario a partir de la música más importante de Latinoamérica y uno de los más destacados del mundo.
Ejecutante y compositor, director orquestal, clavecinista, organista y pianista; economista, Ph.D en Economía Petrolera de la Universidad de Pensilvania, asesor del Consejo Nacional de Economía, Ministro de Estado para la Cultura, Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y Diputado al Congreso Nacional de la República, en 1975, José Antonio Abreu funda el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, que además de contener la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, implica una compleja red que abarca más de 150 orquestas juveniles y 70 orquestas infantiles ubicadas en todo el territorio venezolano.
En un reportaje de Elena Dolenko que publicamos a continuación, el Mtro. Abreu define su pensamiento: “La cultura para los pobres no puede ser una pobre cultura”. Educador y constructor de ciudadanía por excelencia, Abreu sostiene: “Nosotros estamos fortaleciendo estructuralmente el sistema educativo de Venezuela incorporando las asignaturas como sensibilidad y sentimiento, que en el campo de la música contribuyen a cimentar la personalidad afectiva y emocional del niño. Es una vía para lograr ciudadanos más completos, más concientes y sobre todo, formados en la dimensión estética de la vida”.

En Venezuela, El Sistema expresa un conjunto institucional integrado por organizaciones sociales y Estado, más un fuerte liderazgo munido de una misión y visión claras destinado aeducar, capacitar y formar.

Desde otro lugar, destacado como artista y compositor, el ex Ministro de la Cultura del Brasil Gilberto Gil, propone el Programa “Cultura Viva”. Este programa, nacido en 2004 para estimular y fortalecer en el cuerpo del país una red de creación y gestión cultural, es sostenido actualmente en casi 4.000 Puntos de Cultura que constituyen actualmente la Red, y abarca a 8.400.000 personas en todo el país entre participantes directos e indirectos de las actividades.

Son dos casos a destacar. En Venezuela, El Sistema educa, capacita, forma. En Brasil, La Red aprende, vincula, gestiona. Pero en ambos casos, el Sistema y la Red incluyen: social, cultural y económicamente. Políticas culturales soportadas en la idea de desarrollo, educación y economía para afrontar con éxito el desafío impostergable de incluir.

Atrás quedaron los slogans políticos de campaña como ”llevaremos la cultura a los barrios”, fundados en visiones civilizadoras que suponen barrios llenos de personajes incultos, mentes en blanco a la espera de colonizadores estatales. Atrás quedaron las agendas plenas de veladas glamorosas del Estado conservador para las que la cultura es sólo un activo snob. Atrás quedó el paradigma de los servicios públicos de cultura porque el desafío supera largamente los recursos disponibles y por ese camino la finitud asfixia las políticas culturales. Por imposición de la realidad, quedaron atrás.

La inclusión, tanto en su dimensión social como cultural y económica, ya no es un espacio teórico acerca del cual reflexionar. Es la imposición del presente que condiciona y determina todo el universo de la Política Cultural.

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